
EL FÚTBOL
DE LAS PIBAS
A pesar de la desigualdad, las futbolistas luchan por el reconocimiento de sus derechos laborales.
Créditos imagen: https://www.sbnation.com/soccer/
El fútbol femenino es una cancha sin pelota. Muchas veces sin divisiones, red ni camiseta. Hay una igualdad aparente, pero una desigualdad estructural que persiste. Debido a las faltas de oportunidades, tanto económicas como de oferta de clubes, las jugadoras deben irse a probar suerte en otros lugares con tal de jugar.
“Venimos pidiendo un preparador físico hace dos años”, comentó una de las atletas. El director técnico del Club Atlético Pilar, Facundo Alive, destaca que en Pilar el factor económico es una cuestión de gran relevancia, pero que solo funciona para el fútbol masculino.
Una de las cuestiones que lamentan los entrenadores de la zona es que no hay escuelitas de fútbol destinadas para edades entre los 5 o 6 años para las chicas. Ellos consideran que ese periodo es relevante para desarrollar más habilidades en el deporte.
Romina Caballaro, entrenadora en la Universidad Austral, reconoce que muchas jóvenes desean empezar en la actividad, pero no tienen las condiciones físicas necesarias. Entonces, deben iniciar con entrenamientos estrictos a una edad avanzada.
Sin embargo, esta situación no solo ocurre en este partido de la provincia de Buenos Aires, sino que, en la Argentina, el fútbol femenino es profesional desde 2019 y no todos los clubes, de los 21 que hay en Primera División “A”, destinan los mismos esfuerzos a los planteles de mujeres.
Según el Reglamento del Campeonato de Fútbol Femenino de Primera División “A” 2022, es condición obligatoria que los clubes participantes cuenten con al menos doce jugadoras profesionales con contrato registrado ante la AFA.
Pero, según el Womens Report FIFPro 2020, únicamente el 42% de las jugadoras tienen el contrato por escrito y los 21 equipos se encuentran afiliados a clubes que tienen grupos masculinos.
Los contratos deben garantizar una preparación física adecuada para las atletas. Estas se enfrentan a grandes exigencias deportivas y cada vez más son propensas a lesionarse por factores anatómicos, hormonales y musculares.
Esto se confirmó mediante un estudio de la FIFA que reveló que las mujeres se lesionan 3 veces más que los hombres. Entre las lesiones más comunes, están las del ligamento cruzado anterior (LCA) y las musculares. En su mayoría, se deben por el mal acondicionamiento físico.
Sin embargo, actualmente, los temas que rodean al fútbol femenino estuvieron enfocados en la nueva camiseta suplente de la selección masculina y femenina de fútbol presentada por la AFA, junto a Adidas, con la temática de la igualdad de género.
En esta campaña, se hace evidente el genderwashing, ya que no hay coherencia entre la propuesta y las acciones. Esta práctica publicitaria tiene como estrategia de marketing sumarse a la causa feminista, pero se observa más desigualdad al observar que las fotos grupales son principalmente de varones y en una sola hay una jugadora.
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Inclusive, en el sitio oficial donde se comercializan las camisetas, todavía no se encuentra disponible la versión femenina de la camiseta suplente y la titular tiene un costo más elevado en su versión masculina, en comparación a la versión femenina.
Así que, se demuestra una vez más que la igualdad no se construye con hilos y costuras, sino con normas y reglas justas. Entre ellas, está la necesidad de mejorar los salarios y contratos de las jugadoras.
El salario de una jugadora de Primera División es de 37.800 pesos brutos, mientras que en el masculino cobran entre 90.000 a 500.000 pesos. Esto demuestra que el sueldo que reciben las jugadoras es inferior al costo de la canasta básica alimentaria (CBA) que, en agosto, aumentó a 49.475 pesos.
Por ende, el 33% de las jugadores profesionales tienen como ingreso principal el sueldo que reciben y que, en general, las obliga a buscar trabajo en otras áreas para tener un ingreso más acorde a sus necesidades.
Este es el caso de Yazmina Ávalos, una joven de 22 años, que comenzó a jugar en el polideportivo de Garín y, en el presente, juega en la primera división “C” del Club Atlético Tigre. La futbolista trabaja con su madre en un gabinete de cosmetología, para así recibir un ingreso y acomodar sus horarios a los entrenamientos.

Yazmina en sus entrenamientos en el Club Atlético Tigre. Créditos: cortesía Yazmina Ávalos.
Según el Womens Report FIFPro 2020, la Selección Nacional ocupa el puesto 32 en el ránking de la FIFA. Según Roberto Capece, CEO de Sportway, empresa dedicada al desarrollo deportivo, hace falta un mayor desarrollo cultural de la perspectiva de la mujer en el fútbol, porque fue un deporte más reservado para los varones.
“En el 2019, se hizo un gran mundial femenino desde el punto de vista del empate con Japón. Creo que la Argentina debe competir a nivel sudámericano porque irá posicionándose a partir de la formación y dará un salto cualitativo como las brasileras”, agregó Capece.
El último año, con la televisación de los partidos por la TV Pública, el fútbol femenino ganó visibilidad y sponsors. Cada vez más los clubes asumen mayores compromisos y Boca es el caso más emblemático, porque avanza en la creación de un área de Género y Diversidad.
En el resto del país, la disciplina es amateur y se juega con la misma pasión. “Mi día ideal es en el que juego al fútbol”, comenta Noelia Walters, jugadora de 34 años, con más de 20 años de experiencia en el deporte. Dio sus primeros pasos en el Club Peñarol en Pilar; luego, en el Atlético, y finalmente, en el Club Manzanares hasta la pandemia.

Noelia luego de su práctica deportiva. Créditos: cortesía Noelia Walters.
En la actualidad, esta disciplina deportiva va escribiendo su historia y junta a más de mil millones de espectadores en grandes torneos internacionales, como el Mundial de Fútbol Femenino. Y la Argentina no se queda atrás en cuanto a avances. El equipo de Primera División de fútbol femenino de Boca Juniors logró entrar por primera vez en la final de la Copa Libertadores femenina, así convirtiéndose en una inspiración para todos.